miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ángel González. Ciudad cero.

¡Buenos días! Hoy en nuestra segunda edición de la sección ¡Literatura en español! tenemos a uno de los mejores poetas de España: 

Ángel González 

Biografía

Ángel González Muñiz nació en Oviedo el 6 de septiembre de 1925 en el seno de una familia fuertemente golpeada por la Guerra Civil española. Estudió Derecho en la Universidad de Oviedo y en 1950 se trasladó a Madrid donde consiguió un puesto en la Administración pública. Fue destinado a Sevilla y poco tiempo después pidió una excedencia y se trasladó a Barcelona. Allí se relacionó con los grandes poetas del 50 Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo. En 1956 publicó su primer libro, Áspero mundo, en el que reflejó las experiencias vividas en su infancia, durante la Guerra Civil. A Áspero mundo le siguieron Sin esperanza, con convencimiento y Grado elemental. Recibió varios premios; el más destacado fue el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1985. Desde 1996 hasta su muerte en 2008, ocupó el sillón "P" de la Real Academia Española de la Lengua. Falleció en su residencia de Madrid a los 82 años de edad.

El poema más interesante por su contenido histórico expresado desde el sentimiento más íntimo es
Ciudad cero.

Una revolución.
Luego una guerra.
En aquellos dos años —que eran
la quinta parte de toda mi vida—,
ya había experimentado sensaciones distintas.
Imaginé más tarde
lo que es la lucha en calidad de hombre.
Pero como tal niño,
la guerra, para mí, era tan sólo:
suspensión de las clases escolares,
Isabelita en bragas en el sótano,
cementerios de coches, pisos
abandonados, hambre indefinible,
sangre descubierta
en la tierra o las losas de la calle,
un terror que duraba
lo que el frágil rumor de los cristales
después de la explosión,
y el casi incomprensible
dolor de los adultos,
sus lágrimas, su miedo,
su ira sofocada,
que, por algún resquicio,
entraban en mi alma
para desvanecerse luego, pronto,
ante uno de los muchos
prodigios cotidianos: el hallazgo
de una bala aún caliente,
el incendio
de un edificio próximo,
los restos de un saqueo
—papeles y retratos
en medio de la calle...
Todo pasó,
todo es borroso ahora, todo
menos eso que apenas percibía
en aquel tiempo
y que, años más tarde,
resurgió en mi interior, ya para siempre:
este miedo difuso,
esta ira repentina,
estas imprevisibles
y verdaderas ganas de llorar.




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